Luces y sombras

COACHING

Los pasajes que integran nuestra vida están compuestos por momentos obscuros y momentos brillantes; nuestras memorias son producto de ellos y de las experiencias que nos provoca vivirlos. Y si bien podemos afirmar que ningún ser humano ha sido 100% feliz, nuestra balanza emocional invariablemente se inclinará con más frecuencia hacia alguno de los 2 lados.

Se trata de una elección personal porque cada quien opta por vivir por los senderos de la luz, teniendo como motivación una mentalidad positiva y buena energía u opta por la pesadumbre y la zozobra hasta el fin de los días, cuando ya no hay tiempo para cambiarla.

Es la mente lo que controla cada uno de nuestros actos y el grado de higiene mental que tengamos será directamente proporcional a la manera en la que manejemos nuestra vida.

Si decidimos ciclarnos en pensamientos negativos, la energía que irradiaremos hacia los demás será tóxica y nadie nos querrá cerca, pero si optamos por experimentar la vida desde un lado más brillante y positivo, todo a nuestro alrededor cambiará y empezaremos a encontrar oportunidades de desarrollo y realización personal, nuestra energía será otra y tendremos razones de más para que la gente busque estar a nuestro alrededor.

Somos nosotros quienes provocamos las sombras cuando tapamos la luz, porque por más densa que pueda ser nuestra situación personal, siempre existe el camino hacia una salida y el reto personal está en encontrarlo para saber cuál es y así empezar a transitarlo.

Los pensamientos gobiernan nuestro presente y las acciones que tomemos para hacer de nuestra vida un mejor escenario van a repercutir en nuestro futuro personal, así como en el de nuestras familias y personas cercanas; cada conversación cuenta, cada mirada y cada instante que se comparte es una oportunidad para generar memorias que nos construyan o en su defecto, provoquen momentos desafortunados.

La penumbra emocional no es grata y termina por fomentar en nosotros aislamiento y frustración, a diferencia de cuando optamos por la luz que puede iluminar nuestra vida al verlo todo desde una perspectiva diferente, donde aceptamos lo que somos y trabajamos por mejorar aquello que podemos cambiar, más nunca las conductas o las personalidades de los demás porque eso precisamente, no está bajo nuestro control.

A menudo olvidamos la importancia de vivir el presente y le damos un peso innecesario a gente, a cosas y a situaciones que no lo merecen, sin llegar a comprender del todo que la última vez que veremos la luz será cuando cerremos los ojos por siempre.