¿Crisis sexenal?

TEMAS CON VISIÓN

Transcurre ya el último año del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Se ejercerá un presupuesto récord, pero con bajos ingresos y, cuidado, con un mayor nivel de endeudamiento. 

Resulta que tendremos el mayor déficit fiscal en décadas.

La Secretaría de Hacienda estima que los Requerimientos Financieros del Sector Público, la medida más amplia del déficit fiscal, ascenderán a 1.8 billones de pesos en 2024, lo que equivale a 5.4% del Producto Interno Bruto, de acuerdo a los Criterios Generales de Política Económica.

La propuesta de adquirir más deuda en 2024 ha encendido las alarmas.

Para el próximo año, el Gobierno de México prevé ingresos totales por 7.3 billones de pesos, con la expectativa de que los ingresos tributarios se incrementen de 2.1% a 6.1%, al compararse con las cifras aprobadas para este 2023. Pero hay un riesgo. Los ingresos pueden ser menores a los previstos.

El Presupuesto de Egresos de la Federación, superior a los 9 billones de pesos, propuesto por el gobierno federal para 2024, fue calificado de irresponsable por algunos legisladores.

La Confederación de Cámaras Industriales, la CONCAMIN, alertó que el aumento del déficit fiscal propuesto por la autoridad hacendaria para 2024 es para pagar los intereses de la deuda usada para las obras insignia del Presidente López Obrador, como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, y para el pago de pensiones.

La CONCAMIN señala que la decisión de ampliar significativamente el déficit rompe con el enfoque fiscal “prudente” adoptado por López Obrador, desde que asumió la presidencia, el 1 de diciembre de 2018. Explica que aumentar el déficit implica más deuda… y el alto costo financiero de la deuda provoca mayor endeudamiento en el corto o mediano plazos.

Así, en esos términos, me lo dijo en entrevista José Ángel Gurría, ex Secretario de Hacienda de México y ex Secretario General de la OCDE.

“Tradicionalmente este gobierno había sido muy cuidadoso del equilibrio macroeconómico. Ahora, de cara al último año del sexenio, tenemos un déficit en el presupuesto equivalente al 5.4 por ciento del PIB que, por supuesto, tiene que cubrirse con deuda, que se añadiría a la ya existente y que habría que financiar con las tasas de interés más altas de la historia reciente y con un problema de acceso a los mercados financieros internacionales, que actualmente operan en medio de un clima enrarecido”.

Por lo tanto, dice Gurría, 2024 será un año complicado.

En esto del cuidado que se ha tenido para mantener sin sobresaltos los indicadores macroeconómicos coincide la organización de la sociedad civil “México, ¿cómo vamos?”.  Al llegar al Quinto Informe de Gobierno, se refleja una relativa estabilidad en datos como la inflación, por ahora controlada, el aumento marginal, pero al fin aumento, del Producto Interno Bruto, y lo que podría tomarse como una actualización del salario mínimo, sin dejar de lado el fortalecimiento del peso frente al dólar, con el consecuente impacto negativo para el sector exportador.

Pero regresando a lo que apuntan los industriales del país… Parte importante del presupuesto está comprometido por el creciente gasto en pensiones, el cual es ineludible, pero es demasiado alto y esto sacrifica la posibilidad de mayor gasto de inversión, sobre todo en obra pública que mejore la competitividad.

En este escenario, en los próximos dos años se tendrá que realizar una reforma fiscal integral, lo que podría lastimar las finanzas familiares… Sí, mayores impuestos para cubrir ese boquete.

Esta película ya la vimos en sexenios anteriores.

Desde las lágrimas de cocodrilo que derramó José López Portillo en 1982, cuando nacionalizó la banca y estableció el control de cambios, hasta “el error de diciembre” en 1994. Podríamos decir que esa maldición fue desterrada ya en este siglo, por los últimos tres presidentes. En teoría ya habíamos aprendido la lección… Sin embargo, una crisis sexenal podría estar más cerca de lo que imaginamos.