El Gestor Cultural y los Estímulos Fiscales

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En esta época de inteligencias artificiales y constantes avances tecnológicos que buscan saciar nuestra sed por la inmediatez, me parece relevante observar cómo las profesiones creativas han tenido que adaptarse y mutar ante la acelerada evolución que vivimos. Particularmente la figura del Artista, cuyos mejores resultados se sirven de la observación, paciencia y experimentación, ha tenido que sustituir sus aletas por turbinas para no quedarse atrás.

De entre creadores de contenido, likes e ‘influencers’, emerge el Gestor Cultural, un hibrido entre artista & sociólogo quien analiza las adversidades y, revistiéndose de una piel más gruesa, se vuelve participe no solamente de su rol como creativo, sino también de la intervención a las políticas culturales; su meta: moldear el ambiente para prosperar y producir. Para ello, esta figura debe dominar conceptos como metodología de proyectos, procuración de fondos, administración, marketing, entre otros, buscando monetizar su capital creativo.

Existen muchos tipos de gestores culturales: Algunos alinean sus valores con determinado juicio estético, otros buscan la reivindicación de grupos vulnerables, pero lo que finalmente une a estos perfiles es la profesionalización de su área, el íntimo conocimiento del contexto a intervenir y el uso de una metodología sólida para calificar resultados, logrando así un constante refinamiento. A mi apreciación personal, otro de los roles del gestor es fungir como puente entre Iniciativa Privada, Políticas Gubernamentales y el Sector Cultural forjando relaciones simbióticas de beneficio multilateral que ultimadamente favorezcan al público.

Hablando en concreto de las herramientas usadas por los gestores culturales para financiar sus proyectos, estas pueden ir desde fuentes propias, créditos, préstamos, así como apoyos de la IP o instituciones culturales. En México siguen existiendo importantes (y necesarios) apoyos a fondo perdido para la cultura, respaldados por instancias como FONCA o CONARTE, sin embargo es común que los artistas que se valen principalmente del asistencialismo batallen para desarrollar habilidades que hagan de su labor algo autosustentable: Vivir de su Arte.

El gestor cultural toma entonces cartas en el asunto: siembra en campo fértil convirtiéndose en empleador y auto-empleado.

Y es que todos consumimos arte: cuando escuchamos música, vemos una película o leemos un libro, cuando vemos una pintura que nos conmueve, asistimos a una obra de teatro o a una función de danza, sin embargo el artista/gestor en México sigue sobreviviendo. Entonces; ¿Qué ha hecho bien en materia económica el hegemónico Hollywood, o Broadway o un Cirque du Soleil? Existen una variedad de razones detrás de su éxito, pero además de las obvias, a mi óptica hay un punto fundamental donde dichos ejemplos convergen y que es algo poco implementado en México y en Nuevo León:

El máximo aprovechamiento de los Estímulos Fiscales para la Creación y las Artes. Este tipo de Estímulos Fiscales son erogaciones que permiten a una empresa apoyar económicamente a un proyecto artístico y a cambio obtener un beneficio fiscal emitido directamente de tesorería en la forma de deducción de impuestos. Además de los estímulos federales dirigidos exclusivamente a la producción cinematográfica (EFICINE), actualmente en N.L. existe el Estímulo Fiscal para la Creación Artística (EFCA), el cual, sustentado en el Artículo 159 Bis de la Ley de Hacienda de N.L y mediado por CONARTE, permite esta unión entre artistas y empresas con deducciones al ISN. En la actualidad sólo se aprovecha en promedio un 45% de la bolsa de 15 millones de pesos destinados anualmente a este estimulo, esto debido al poco acercamiento fructuoso entre artistas y empresas. Si bien, con este aprovechamiento se han financiado muchas obras musicales, teatrales, guiones, pinturas y más, ahora imaginemos cuanto podría lograrse con una mezcla entre educación financiera, metodología de evaluación de proyectos, mayor profesionalización de la gestoría cultural y un acercamiento total entre artistas e iniciativa privada. Y así como esta, existen múltiples áreas de oportunidad en la intersección entre IP y gestores aún por aprovechar.

En conclusión, salvo la cúpula reservada para los artistas comercialmente ya consagrados, me parece evidente que hoy en día el rol del artista es socialmente uno muy castigado, repetimos frases como “De artista te mueres de hambre” u otras creencias limitantes condicionadas por nuestro entorno que hipervalora la utilidad, ideas destructivas que permean hacia cada nueva generación, todo mientras a diario escuchamos música de camino a casa, para luego prender nuestro televisor y ver alguna nueva serie, siempre acompañándonos del trabajo de incontables artistas. Una paradójica asimetría que nos hace reflexionar: ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad para revalorar la función del Arte y los Artistas en nuestra comunidad?

Finalmente quisiera cerrar con una atenta invitación a los Inversionistas y Empresarios mexicanos, neoloneses a estrechar lazos con el sector creativo, a explorar el mecanismo vigente de estos estímulos fiscales y a observarlos como una oportunidad de Inversión para generar riqueza y construir en conjunto de artistas & gestores una visión: una autónoma y verdadera Industria Cultural en nuestro país.