Oportunidades del nearshoring

ECONOMÍA

Cada vez escuchamos el término nearshoring con mayor frecuencia.

Significa acercar la producción al territorio de consumo, esto es, trasladar las fábricas a regiones más cercanas a su mercado de consumo final.

Ahora mismo hay condiciones que lo han estado propiciando: Las interrupciones en la cadena de suministro derivadas del COVID, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, el conflicto ruso-ucraniano.

México, en particular, ha llamado la atención principalmente por su cercanía con los Estados Unidos.

Ciertamente, el mayor territorio de consumo es nuestro país vecino, con quien compartimos 3 mil 152 kilómetros de frontera. Pero ahí están también los beneficios del acuerdo comercial México-Estados Unidos-Canadá… y los bajos costos de mano de obra, entre otros factores.

Desde luego, este es un modelo industrial prometedor. En poco tiempo cambiará el rumbo de nuestra economía, particularmente en estados ubicados en la franja norte. Esto se hará extensivo a la zona del Bajío y a la capital del país. Se espera la generación de un mayor número de empleos, más inversión extranjera y, en consecuencia, más infraestructura y desarrollo.

El nearshoring tiene un fuerte potencial para mejorar la calidad de los empleos. Se pueden convertir en trabajos mejor remunerados.

Pero nuestra gente debe estar más preparada, con dotes de ingeniería y de educación técnica.

Aquí tenemos también perfiles digitales, con buen dominio del idioma inglés, por lo que el nearshoring también abre la puerta a un crecimiento en la demanda de talento tecnológico.

Se requiere una mayor coordinación entre el sector privado y las universidades para desarrollar perfiles especializados… acordes a la nueva demanda de habilidades. Entre los sectores que tienen mayores posibilidades de atraer inversión está el de semiconductores, en donde México ya participa y se irá fortaleciendo con capacitación e innovación.

Cabe señalar que nuestro país es el sexto exportador de automóviles a nivel mundial y contamos con una de las más grandes cadenas de producción de autopartes. Tenemos todo para consolidarnos como líderes de nearshoring en América del Norte.

Ofrecemos disponibilidad de fábricas y almacenes al sur de la frontera de Estados Unidos, tarifas reducidas, programas libres de impuestos para las grandes corporaciones, costos de producción competitivos y la capacidad de empresas establecidas de operar bajo el T-MEC.

Pero cuidado. Hay retos importantes. Debemos garantizar suficiente energía eléctrica para abastecer de forma adecuada a todas las empresas que se instalen en México.

La falta de agua ha sido un problema, particularmente en la zona norte del país. Tenemos que aumentar la infraestructura en el sur de la República Mexicana, para que también allá lleguen los beneficios.

México debe aprovechar de la mejor manera la relocalización y el acortamiento de las cadenas de suministro y producción. Para ello se necesita invertir en educación superior en varios estados del país. Se requiere desarrollar la mano de obra que las industrias van a demandar.

Y tenemos que invertir más en infraestructura eléctrica, lo mismo en carreteras, aduanas, ferrocarriles, puertos y aeropuertos.

Es verdad. México está recibiendo inversiones y empresas como parte de esta oleada de relocalización. Pero esta condición no será permanente. Nada es para siempre. Costos, conectividad, infraestructura y el talento siguen siendo factores determinantes.

Si no nos ponemos las pilas, vamos a perder la oportunidad.