Hoy por la mañana como es mi costumbre, subí la montaña cercana de casa con mis perros y mi querida esposa. En un instante, rodeado de mi ambiente cotidiano, me di cuenta, que cuando estoy en plena consciencia, valoro lo maravillosa que es la vida, desde la compañía y la esencia de quienes me rodean, hasta el perfume del campo, el crujir de las plantas a mi paso, el observar el cielo completamente azul o simplemente el poder aspirar el aire que me genera una paz que no es diferente a la que vivo.
Al estar conectado con la naturaleza, en compañía de mis dos perros: Cloe, una hermosa labrador color café obscuro y Dixie, una pequeña e inquieta Yorkshire con complejo de labrador, me encontré en un entorno maravilloso y lleno de aprendizaje, junto a ellas, me di cuenta que no hay mejor ejemplo del vivir cada segundo, que el que tienen esas maravillosas criaturas, compañeras de muchos momentos y que se han convertido en mis mejores maestros.
A los perros les puedes dejar de poner atención varios días, pero al momento en que te acercas nuevamente a ellos, se entregan por completo de manera incondicional como si el tiempo no hubiera pasado, te disfrutan al máximo, sin rencores ni sentimientos negativos, por el posible descuido o abandono y simplemente viven contigo lo que les toca vivir, te esperan, te cuidan, te llenan de vibra positiva, están atentos a la más mínima señal y parece que te leen el pensamiento, eres su todo, los haces felices al brindarles tu atención, son fieles y no hay nada más importante para ellos que tu presencia.
Imaginémonos por un instante, que así fuéramos los seres humanos, que disfrutáramos cada momento, que no reclamáramos atención a los demás, que amáramos el estar con quien queremos estar, que no nos importara que nos hubieran ofendido, que tuviéramos esa actitud constante de agradecimiento y que simplemente gozáramos el estar. Estoy seguro que el vivir de esa manera sería más fácil y nos haría más feliz.
Es interesante ver como Dios te pone grandes maestros a tu alrededor y experiencias que parecen pequeñas, pero son grandes oportunidades de aprendizaje, sólo hay que estar atentos y conscientes. Estamos ante tiempos en que vivimos esperando que nos den un “LIKE” en nuestras redes sociales para sentirnos valorados y escuchados, en tiempos de mucha conexión a lo irreal y poca conexión a lo real.
No cabe duda qué tenemos mucho que aprender de todos los maestros que tenemos a nuestro alrededor, los cuales en ocasiones ni son humanos ni tienen redes sociales ni mucho menos visten a la moda. Ellos no viven el pasado ni el futuro, sólo viven el presente y están siempre listos para ofrecernos su sabiduría y enseñanza.
¡Ojalá todos viviéramos la Perra vida!