Dos palabras cuyos significados se pueden empalmar en ciertos contextos. Sobre todo, en el mundo de la innovación donde prevalece la evolución. El cambio puede ser una etapa de transición para tener algo diferente; mientras que la transformación implica que algo se ha modificado o está en vías de sufrir un giro. Ambas son palabras que implican una renovación o modificación.
Cuando en una empresa se producen cambios, ya sean sistemas más prácticos, procesos diferentes, clientes nuevos, y todo aquello que lleva una diferencia con lo acostumbrado, supone un cambio; es decir, dejar algo por otra cosa. Como empresa si resistes a los cambios, te puedes convertir en un Kodak, Nokia, Xerox o Blockbuster. Si los acoges con entusiasmo puedes ser un Amazon, Apple, Microsoft o Tesla.
Sin embargo, las empresas están formadas por individuos que desarrollan emociones ante las diferentes situaciones, y a veces, no son del todo positivas. Muchas empresas encuentran que en sus colaboradores emerge una resistencia al cambio. El cambio es nuestro compañero desde el momento del nacimiento, ofrece el primer aliento y nos impulsa hasta este día. Los cambios sutiles nos han formado, y nos llevan a ser quienes somos hoy. El cambio es adaptación.
El cambio es adaptarnos a vivir en caos, para que el desorden se convierta en estabilidad. Hemos estado confundidos en muchas ocasiones, y entonces, utilizamos la ambigüedad para llegar a la claridad. En otros momentos es el conflicto que surge en nosotros, o con alguien más, quien nos produce tensión, y buscamos un orden muchas veces justo para continuar.
Cuando logramos la conciencia de que el cambio es actuar para afrontar desafíos, y así prosperar; gracias a éste podemos proyectar escenarios complejos. Cuando cambiamos podemos conservar nuestros valores más profundos y desarrollar nuestras competencias.
Cuando se experimenta con la realidad se tiene la posibilidad de progresar y percatarnos de cómo todos estamos unidos en un sistema y que lo realizado por uno afecta a los demás.
¿Qué tenemos que hacer?
– Acciones conscientes que ya sabemos, porque así hemos vivido desde siempre:
Tolerancia al desorden, a la ambigüedad y la tensión. En algún momento modificar nuestras prioridades, hábitos o creencias.
– Aprender a observar el medio con objetividad y hacernos estas tres preguntas:
·¿Qué pasa?
·¿Qué hago para que pase?
·¿Qué hacer?
¿En qué te quieres convertir?
Es lo primero que tienes que responder. Para cualquier deseo o anhelo que tengas primero necesitas definir: ¿Qué quieres? Con ello ya tienes un tramo del camino desandado.
Si eres persistente en tus objetivos y metas, con pequeños cambios significativos, tendrás un cambio acumulado; es decir, una transformación.