Solamente un ego infame como hay muchos en el mundo empresarial podría afirmar que los logros se consiguen de manera individual.
Aquellos ejecutivos asalariados o dueños de corporaciones familiares que trascienden, se deben al arduo trabajo en colectividad, realizado por sus equipos de trabajo. Al avanzar los tiempos y conforme las estructuras corporativas y las dinámicas laborales se van modernizando, vamos entendiendo el altísimo valor de la colaboración como factor determinante para la obtención del éxito profesional.
Cuando trabajamos en equipo procuramos hacerlo de manera sincronizada buscando completar tareas específicas o lograr un objetivo en común, pero la colaboración va más allá, porque estamos hablando de abrir nuestro criterio para escuchar las ideas de los demás, comprendiendo que si bien nuestro punto de vista es importante, a alguien más se le puede ocurrir algo diferente que nos ayude a dar mejores resultados, o bien eficiente algún tipo de proceso para reducir costos, elevar la productividad, o generar un ambiente laboral más armónico.
Nunca ha sido tan importante como hoy colaborar, ser respetuosos y atentos con las personas que conforman nuestro grupo de trabajo y sobre todo conceder oportunidades de acción, porque quienes colaboran permiten que los demás ejecuten y aceptan poner en práctica estrategias ajenas como si fueran suyas, la labor conjunta será siempre un factor decisivo para que la cabeza de cualquier empresa o grupo de trabajo puedan ser reconocidos como líderes exitosos.
Un supervisor que alienta la colaboración en su equipo, trabaja mediante reuniones breves con objetivos claros, lleva una agenda con puntos específicos y semanalmente le va dando seguimiento a los mismos, designando a un miembro en particular como responsable de acciones específicas.
En las reuniones que deben hacerse idealmente sin un escritorio de por medio, todo el equipo escucha y sugiere con el líder como mediador, se incentiva el dialogo y el compartir las ideas para así generar una dinámica interactiva donde yace el espíritu de la colaboración. En un espacio colaborativo se alienta el debate y la sana discusión pero jamás deben permitirse el alzar la voz de manera retante o las faltas de respeto, se vale defender los argumentos, así como mantenerse en silencio permitiendo que los demás expongan sus puntos de vista.
Está comprobado que los profesionistas que se escuchan entre sí y que operan alineadamente con metas claras y tiempos definidos son los que logran los mejores resultados a corto, mediano y largo plazo, su dinámica de trabajo enaltece los valores de cualquier empresa y apuntala al ejecutivo que encabeza al equipo, haciendo de la colaboración el fundamento sobre el que se edificará un estilo de trabajo al que después se incorporarán nuevas generaciones de profesionales que aprenderán la dinámica, asegurando así un futuro promisorio para toda aquella empresa preocupada por fomentar una cultura organizacional diferenciada por el factor humano, que siempre resultará más interesante y retador que cualquier avance tecnológico.