Jornada laboral

TEMAS CON VISIÓN

La tendencia en algunos países ha sido reducir la jornada laboral a 32 horas por semana, dejando abierta la opción de trabajarlas en cuatro o cinco días, con el mismo sueldo y las mismas tareas.

A la fecha se han realizado pruebas exitosas en Reino Unido, Bélgica, España, o incluso en Japón, cuya cultura es más estricta.

Aquí en México, después de meses de haber postergado el debate, los diputados decidieron llevar a “Parlamento Abierto” una propuesta de reforma constitucional que busca reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas por semana.

Participaron representantes de trabajadores y sindicatos. También estuvieron empleadores, académicos, organizaciones y especialistas en la materia, quienes ya emitieron sus opiniones sobre esta reforma al artículo 123 de la Carta Magna.

Hasta el cierre de esta edición, estaban por darse a conocer las conclusiones del “Parlamento Abierto”. De ahí el dictamen tendrá que ser aprobado por la Cámara de Diputados y después por la Cámara de Senadores, antes del 15 de diciembre, según Susana Prieto, diputada de Morena, quien inicialmente presentó la iniciativa.

El tema no es simple. Tuvieron que revisar detalladamente el marco convencional de la jornada laboral y modelo de reducción en otros países; productividad y competitividad laboral en México y el mundo; repercusiones económicas, fiscales, sociales y de salud de la jornada laboral; así como empleo, jornada y estándares de producción en México.

Aunque tenemos mala fama, el promedio anual de horas trabajadas en México es de 2 mil 148, lo que nos convierte en el país con mayor exceso de trabajo en el mundo, según la organización de investigación independiente World Population Review.

Los beneficios de que los trabajadores tengan suficiente tiempo libre han sido ampliamente documentados. No solo contribuye a mejorar la salud -reduciendo el gasto público en este rubro-, sino que también impulsa la economía a través del consumo. Aumenta el bienestar de los trabajadores y también la productividad.

Durante décadas, los salarios en México fueron muy bajos, haciendo la mano de obra muy atractiva para las empresas. Esto llevó a una normalización de las jornadas largas. En muchos sectores, incluyendo, por ejemplo, el de manufactura, es común que los trabajadores tomen turnos en sábado o domingo para elevar su ingreso. Hay empleados que buscan trabajar “horas extras”. Todavía queda algo de aquella arraigada cultura de que el último empleado en irse es el más trabajador, aun si fue muy poco productivo.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la población ocupada en la informalidad laboral fue de 32.6 millones de personas. Esto es, más del 55 por ciento de la gente que trabaja tiene un empleo informal. Muchos de ellos se encuentran en la precariedad laboral. Empleos de mala calidad, mal remunerados, con jornadas superiores a las 48 horas por semana.

Y luego vemos el contraste. Hay gente que no quiere trabajar. Jóvenes, muchos profesionistas, que literalmente “no calientan el asiento”. Hoy las empresas enfrentan un serio problema de retención de talento. Los muchachos buscan estar menos tiempo, hacer “home office”, como en pandemia, y encuentran el menor pretexto para tomar vacaciones y viajar, aunque sea sin goce de sueldo.

Hoy en muchos corporativos aplican el “viernes chilango”. Los ejecutivos se toman la tarde del viernes. Entonces la semana ya es de cuatro días y medio. Veremos qué sucede.

Al concretarse una reforma constitucional para reducir las horas de trabajo podría hacerse justicia a quienes padecen explotación laboral… pero también podrían flexibilizarse aún más las ya de por sí relajadas prácticas que observamos en las organizaciones.