Liderazgo en tiempo de la inflación…

COACHING

En México al igual que en algunos países de Latinoamérica pareciera que el éxito y el liderazgo es pecado. Cuando te comienzan a salir bien las cosas, es muy común que las envidias y malos pensamientos salgan de todos lados. Tal pareciera que para sentirnos aceptados es mejor ocultar nuestros éxitos y victorias. Frases como “pues hay la llevo…”, “aquí sobreviviendo…” o “pues amolado pero contento…” son respuestas que escuchamos cuando preguntamos ¿Cómo estás…?

Incluso es muy común participar en grupos de “Quejosos Anónimos…”, esas reuniones con amigos y conocidos para quejarnos de todo y por todo. Que si la empresa, el jefe, los empleados, la situación actual o el planeta entero, etc. El motivo no importa, la misión es aportar una queja más a la conversación.

Incluso, cuando las quejas comienzan a terminarse, quiere decir que llegó el momento de dar pie a los socorridos malestares del cuerpo. Me duele la muela, dice uno, a mí también y además tengo azúcar, contesta otro. Eso no es nada, yo tengo todo eso, colesterol e hipertensión, como les quedo el ojo, dice alguien más.

Total, esas reuniones se vuelven un concurso donde el ganador es quien tiene la mayor cantidad de quejas y malestares.

Este tipo de pláticas es muy común escucharlas en México, a diferencia de otros países donde pareciera que tener éxito es parte del plan de vida esperado por la sociedad. Si has tenido la oportunidad de viajar a algún país desarrollado te darás cuenta de que las conversaciones son diferentes. El escuchar que una persona hizo un buen negocio o que ha logrado un patrimonio económico es normal para todos.

Quizás, y solo quizás sea que por eso el banco mundial reportó que en la mayoría de los países de Latinoamérica la pobreza supera el 40% de la población a diferencia de países desarrollados donde las cifras andan alrededor del 15%.

¿Será que el crecimiento de un país tenga alguna relación, por más pequeña que sea con el nivel de liderazgo que tenemos sus habitantes?

Aquí es donde entonces toma relevancia contar con una definición sobre el liderazgo, que en mi opinión consiste en realizar todos los días un compromiso conmigo mismo de hacer las cosas lo mejor que pueda, sin afectar a terceros y hacerlo aun si nadie me está observando.

El liderazgo entonces no tiene que ver con tu posición en una organización ni tampoco con cuantas personas tienes a tu cargo, sino con realizar tu trabajo de la mejor manera posible y si diriges a un equipo hay que apoyarlos a liberar su talento, persiguiendo una visión que tú le has ayudado a entender y que es valiosa para todos. Y entonces, ¿cómo le puedo hacer para mejorar mi liderazgo? Aquí te comparto algunas recomendaciones:

1. Tener una visión clara. Debemos de mantenernos centrados en el lugar al que nos dirigimos. Los líderes saben que tienen que trabajar en dos momentos del tiempo, el presente y el futuro.

2. Inteligencia Social. Lograr el respeto y colaboración del equipo cumpliendo nuestras promesas, escuchándolos plenamente y siempre decirles la verdad.

3. Fomentar la unidad. En las empresas de bajo rendimiento, la gente tiene tanto miedo a fracasar que nunca asume riesgos. El secreto de contar con jugadores inspirados y leales es premiar rutinariamente y reconocer sistemáticamente.

Tal vez si reforzamos el compromiso con nuestro liderazgo podremos mejorar el pedacito de México que nos tocó servir para trascender como líderes y como sociedad.

Así que a seguir jalando… Yo soy Ciro Rivera y recuerda que cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.

Hasta pronto.