Por un minuto dejemos todo lo que estamos haciendo y pensemos lo que la música significa para nosotros. Vayamos atrás en el tiempo y recordemos la cantidad de pasajes relevantes que hemos vivido al compás de una canción, recordemos las épocas de antaño en las que esperábamos que nuestra canción saliera en la radio para grabarla en un cassette, o aquel momento impecable en el que por vez primera nuestros oídos registraron la calidad digital de un CD y al verlo por atrás nos lográbamos reflejar.
Indudablemente la música tiene un peso diferente para cada persona y si bien los gustos son variados e individuales, en un hogar de melómanos crecerán niños que aprecien la música y reconozcan los géneros, los intérpretes y las agrupaciones, luego cada quien eligirá lo que va a escuchar y de qué manera.
Para ubicar un poco cuál es una de las vertientes que la música está tomando en el continente americano tenemos el caso del festival del valle de Coachella en California que se celebra desde 1999, en cuya última edición realizada a finales del mes de abril, pudimos ver con la presentación de Rosalía, el grupo femenino de Pop coreano Blackpink y Bad Bunny, que la música está pasando por un muy interesante proceso de transición, donde queda claro que el idioma en el que se cantan las canciones es lo menos importante y el impacto de los artistas latinos que representan al género urbano, la fusión y el reggaetón es cada vez mayor a nivel mundial.
Es momento de aceptar que el Rock en América Latina yace 3 metros bajo tierra y que lo que conocíamos como “Pop” ha mutado de ser representado por agrupaciones coreográficovocales hacia grupos de banda, corridos tumbados e interpretes de música regional que están fusionando varios géneros en sus canciones logrando millones de reproducciones, muchos jóvenes, pero también agrupaciones consolidadas con varias décadas de existencia.
Los consumidores de música van delineando sus gustos mediante un perverso y metiche algoritmo y la tecnología está triunfando por encima del poder de decisión y el empleo de la razón, motivo por el cual es muy difícil que un nuevo artista logre tener éxito si no existe detrás una millonaria estrategia de inversión a largo plazo que contemple una estrategia multiplataforma con un discurso sólido y convincente para las nuevas generaciones, para quienes los éxitos duran tan sólo un mes, en el mejor de los casos.
Seguimos viviendo de prisa, consumimos contenidos a mansalva y aunque en materia económica la música a nivel mundial pasa por una racha excelente particularmente por los espectáculos en vivo y las grandes experiencias de los festivales, la inteligencia artificial y el metaverso resultan 2 muy poderosas armas de doble filo que amenazan el valor artístico y la creatividad real de los artistas de carne y hueso en los años por venir.
