La pobreza en México

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Hace unos días el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el CONEVAL, dio a conocer los resultados de la medición multidimensional de la pobreza en México en 2022, la cual NO corresponde al tamaño y fortalezas de nuestra economía. ¿Por qué le digo esto?

Más de la tercera parte de la población, 46 millones 800 mil personas, carecen de ingreso suficiente para cubrir algunas necesidades básicas y además presentan una carencia social, es decir están en condición de pobreza. Son aproximadamente cinco millones de personas menos, con respecto a 2018. Sí, hubo una reducción en este indicador, pero la pobreza extrema aumentó. De 8 millones 700 mil personas en 2018 ahora son 9 millones 100 mil. Esto es, 400 mil mexicanos se sumaron a la situación más grave e inaceptable: carecer de ingreso para comer y además tienen al menos tres carencias sociales.

Esto significa que únicamente, el 27% de la población, es decir 34 millones 900 mil personas (sobre 128 millones 900 mil) están exentas de carencias y superan el umbral de ingreso de la canasta básica.

Y aquí hay datos muy preocupantes: 30 millones de personas perdieron su acceso a servicios de salud entre 2018 y 2022. Ahora son más de 50 millones de personas las que no reciben atención médica por parte del gobierno. De 52 millones 100 mil personas que estaban afiliadas al “Seguro Popular” que desapareció el Presidente López Obrador, ahora quedan sólo 17 millones 400 mil, afiliadas al INSABI o al IMSS Bienestar.

La mayoría de la población indígena, especialmente en el sur y sureste del país vive en condiciones de pobreza crónica. Esto se arrastra por décadas por la exclusión, la marginación y el aislamiento de muchas de las comunidades, sin oportunidades económicas y sin servicios educativos y de salud.

Casi la mitad de niños y jóvenes de este país enfrentan un círculo vicioso que se reproduce en el futuro. Las desventajas en educación y capacidad productiva se acumulan y producen barreras estructurales para la movilidad social. No logran superarlas. Por lo tanto, los efectos son de mayor duración.

Las transferencias de los programas gubernamentales han contribuido muy poco, pese al incremento que se ha dado en los últimos años. Así que el motor de la reducción de la pobreza es el trabajo digno, con remuneración suficiente.

Entonces, ¿cómo le hacemos?

– Primero hay que seguir con la recuperación del salario mínimo general. Que sea suficiente para cubrir al menos el costo de dos canastas básicas. Para ello se requiere el compromiso de las empresas para lograr que todos los trabajadores ganen por lo menos 8 mil 600 pesos al mes.

– Urge contar con un sistema de salud y protección social universal.

– Crear la infraestructura de servicios de cuidados para niñas y niños, escuelas de tiempo completo y espacios de cuidado para personas enfermas, con discapacidad y adultas mayores, que permita la inclusión económica de las mujeres.

– Reformular el programa Jóvenes Construyendo el Futuro y crear una política integral de empleabilidad.

– Rescatar y procurar la igualdad de oportunidades para la población indígena.

Esto que acabo de mencionar son algunas de las propuestas que plantea Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, cuyo análisis concluye: “México no es un país pobre. El nivel de la pobreza es inaceptable. Nuestro país es la décimo cuarta economía del mundo y es una gran potencia exportadora. Tenemos además grandes oportunidades de crecimiento por el nearshoring, la relocalización de las cadenas de suministro. Contamos con abundante riqueza natural y una población potencialmente productiva de casi 100 millones de personas. La economía puede crecer y la población vivir con bienestar y dignidad si nos decidimos a construir un México sin Pobreza”.